
La herencia de Pere Mir, empresario químico y filántropo catalán fallecido en 2017, se ha convertido en el centro de una investigación judicial que ha sacudido el panorama institucional y científico de Cataluña. Lo que en un principio se presentó como una ejemplar donación a favor de la investigación biomédica y la innovación tecnológica, ha derivado en un complejo proceso penal que cuestiona la gestión de las fundaciones encargadas de custodiar su patrimonio. El caso pone de manifiesto la importancia del papel de los albaceas testamentarios y de la correcta supervisión de las fundaciones vinculadas a grandes herencias filantrópicas.
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Investigaciones judiciales y papel de los albaceas testamentarios
El Juzgado de Instrucción número 12 de Barcelona mantiene abierta una investigación por presuntos delitos de administración desleal y apropiación indebida contra los tres albaceas designados por Pere Mir en su testamento. Entre los investigados figuran el oncólogo Josep Tabernero, jefe de Oncología Médica del Hospital Vall d’Hebron y director del Vall d’Hebron Institut d’Oncologia (VHIO); Jordi Segarra Pijuan, antiguo colaborador de Mir; y el abogado Juan Francisco Capellas Canes.
La causa judicial analiza un presunto desfalco en las fundaciones Cellex y Mir Puig, creadas por el empresario con el fin de canalizar su fortuna hacia proyectos de investigación científica y acción social. Estas entidades habían financiado importantes iniciativas médicas y tecnológicas en Barcelona, pero la denuncia presentada por Àngel Surroca, exconsejero delegado de Derivados Forestales, alertó sobre posibles desvíos de fondos hacia fines ajenos a los estatutos fundacionales.
Entre las operaciones señaladas se encuentra la transferencia de una propiedad en la Pleta de Baqueira Beret a nombre del doctor Tabernero y su esposa, valorada en más de 950.000 euros, así como otras operaciones inmobiliarias bajo sospecha. La Generalitat de Catalunya, en cumplimiento de la orden judicial, ha intervenido las fundaciones y las sociedades asociadas —entre ellas Simex, Mil Veinte, Interesessai y Jose Pàmies SA—, asumiendo su gestión a través del Protectorado de Fundaciones.
La medida, de carácter cautelar, busca garantizar la preservación del patrimonio legado por Pere Mir y restablecer la transparencia en la administración de sus bienes hasta que se determine la existencia o no de irregularidades.
Un legado científico y filantrópico de gran impacto en Cataluña
Nacido en Barcelona en 1919, Pere Mir destacó como empresario innovador al desarrollar una técnica pionera para extraer formol de la madera, base de su empresa Derivados Forestales, que le permitió acumular una considerable fortuna. Consciente del potencial de la ciencia, destinó buena parte de su patrimonio a la creación de las fundaciones Cellex y Mir Puig, orientadas a financiar proyectos científicos, médicos y asistenciales.
Gracias a estas entidades, se realizaron aportaciones millonarias a instituciones como el Institut de Ciències Fotòniques (ICFO), el Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) y el propio Vall d’Hebron Institut d’Oncologia (VHIO). Estas donaciones convirtieron a Mir en uno de los grandes mecenas de la ciencia y la medicina en Cataluña.
Sin embargo, la actual investigación judicial pone en riesgo parte de ese legado y abre un debate sobre la necesidad de reforzar los mecanismos de control en la gestión de fundaciones que administran grandes patrimonios procedentes de herencias. El caso refleja la delgada línea entre la filantropía y la responsabilidad fiduciaria de quienes son nombrados para custodiar el cumplimiento de la voluntad del testador.
El reconocimiento póstumo al mecenas de la medicina catalana
A pesar de la controversia judicial, la figura de Pere Mir sigue siendo reconocida por su enorme contribución a la sanidad catalana. En una conferencia organizada por la Fundación RBA en 2019, el cirujano Dr. Antonio de Lacy recordó su papel como impulsor de la innovación médica, destacando que su generosidad permitió dotar al Hospital Clínic de Barcelona del robot quirúrgico Da Vinci, una de las tecnologías más avanzadas en cirugía mínimamente invasiva.
El Dr. de Lacy subrayó que, a lo largo de su vida, Pere Mir donó más de 150 millones de euros a la investigación médica y sanitaria, convirtiéndose en un referente del mecenazgo científico. En su intervención, pidió que se mantenga vivo el reconocimiento a su figura, recordando que parte de esas donaciones fueron posibles gracias al impulso y la colaboración de su esposa, la Dra. Catalina Oliver.
El caso de Pere Mir simboliza la complejidad de las herencias filantrópicas, donde los valores de altruismo y compromiso social deben convivir con las exigencias de una gestión jurídica impecable. Su vida fue ejemplo de generosidad; su legado, una lección sobre la importancia de garantizar que la voluntad del testador se cumpla con transparencia, rigor y respeto.

Equipo de profesionales de la Notaría Bosch de Barcelona.

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