
La herencia de Freixenet representa uno de los ejemplos más destacados de continuidad empresarial en el sector vitivinícola español. Fundada en Sant Sadurní d’Anoia a finales del siglo XIX, la compañía ha pasado por varias generaciones de la familia Ferrer-Sala, que han sabido preservar el espíritu emprendedor de sus fundadores, Pedro Ferrer Bosch y Dolores Sala Vivé. Gracias a una planificación patrimonial sólida y a una gestión que ha combinado tradición e innovación, la empresa familiar logró mantenerse como líder mundial en la producción de cava durante más de un siglo.
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Un legado forjado entre dos familias
El origen de Freixenet se remonta a la unión de las familias Ferrer y Sala, ambas vinculadas al cultivo de la vid y a la producción de vino espumoso en el Penedès. En 1914, la pareja formada por Pedro Ferrer Bosch y Dolores Sala Vivé lanzó la primera botella de cava con la marca Freixenet. Desde entonces, la empresa mantuvo un crecimiento constante, primero consolidando su presencia en España y, posteriormente, expandiéndose hacia los mercados internacionales.
El modelo familiar de gestión fue uno de los pilares del éxito. Cada generación contribuyó con su propio estilo, reforzando la estructura societaria y la identidad de la marca. Durante el siglo XX, el liderazgo de José Ferrer Sala, hijo de los fundadores, fue decisivo para impulsar la internacionalización del grupo. Bajo su dirección, Freixenet se convirtió en una referencia global del cava, exportando a más de 140 países y posicionando su icónico Cordon Negro como uno de los productos más reconocidos del mundo.
La transmisión del patrimonio familiar
Tras el fallecimiento de Pedro Ferrer Bosch, la gestión de la empresa recayó en sus descendientes directos, con José Ferrer Sala como principal impulsor del crecimiento. Con el paso del tiempo, las participaciones familiares se extendieron entre las distintas ramas de la familia Ferrer-Sala, lo que dio lugar a una distribución accionarial compleja, pero equilibrada, basada en la continuidad de la propiedad dentro del núcleo familiar.
Durante décadas, José Ferrer Sala ejerció como presidente de honor de Freixenet, acompañado por su sobrino José Luis Bonet Ferrer, quien ocupó la presidencia ejecutiva del grupo y fue uno de los principales responsables de su expansión y modernización. Bonet consolidó la estructura empresarial y promovió la profesionalización de la gestión, preservando los valores familiares de prudencia, esfuerzo y compromiso con el territorio.
También tuvieron un papel destacado en el entramado societario otros miembros de la familia, como Eudaldo Ferrer Sala, hermano de José, y sus hijos, que participaron en la propiedad accionarial y en la representación institucional del grupo. La continuidad generacional se articuló mediante un sistema de gobernanza familiar que combinaba la participación activa de los herederos con un consejo de administración profesionalizado.
La nueva etapa y la apertura internacional
En 2018, la familia Ferrer-Sala acordó una alianza con el grupo alemán Henkell & Co., perteneciente al conglomerado Dr. Oetker, mediante la cual el nuevo grupo Henkell Freixenet pasó a ser el mayor productor de vino espumoso del mundo. Esta decisión, impulsada por José Luis Bonet y respaldada por los herederos de la familia Ferrer, permitió asegurar la continuidad de la marca y reforzar su posición internacional.
José Ferrer Sala mantuvo hasta su fallecimiento el título de presidente de honor, siendo reconocido como una figura esencial en la historia del cava español. Por su parte, José Luis Bonet continúa vinculado a la empresa como presidente de honor del grupo Henkell Freixenet y como referente del modelo de empresa familiar catalana.
La herencia de Freixenet, tanto en su vertiente patrimonial como en la de valores, refleja la importancia de una sucesión bien planificada y de un liderazgo compartido entre generaciones. A lo largo del tiempo, la familia Ferrer-Sala ha demostrado que la cohesión familiar y la gestión profesional no son incompatibles, sino que pueden reforzarse mutuamente para garantizar la supervivencia del legado.
Herencia, valores y proyección futura
Hoy, Freixenet mantiene su identidad como empresa de raíces familiares, con una estructura corporativa que equilibra tradición y globalización. La herencia de los fundadores se expresa en la defensa de la calidad del producto, la sostenibilidad y la vinculación con el territorio del Penedès.
La trayectoria de la familia Ferrer-Sala ilustra cómo una herencia empresarial gestionada con previsión y unidad puede asegurar la continuidad de una marca centenaria. El caso Freixenet es, en definitiva, un ejemplo paradigmático de cómo la transmisión del patrimonio familiar —tanto material como intangible— puede transformarse en una fuente de estabilidad y progreso, garantizando que el espíritu de sus fundadores siga vivo en cada botella de cava.

Equipo de profesionales de la Notaría Bosch de Barcelona.

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