En este artículo vamos a explicar si una persona con Alzheimer pueda firmar un poder, dependiendo de su capacidad mental en el momento de la firma. En términos legales, para que una persona pueda otorgar un poder, debe tener capacidad de obrar, es decir, debe ser consciente de sus acciones y entender plenamente el alcance y las consecuencias del acto que está realizando.
Índice de contenidos
Evaluación de la capacidad para firmar un poder
- Grado de la enfermedad: El Alzheimer es una enfermedad progresiva, y su impacto en la capacidad cognitiva de una persona varía según la etapa en la que se encuentre. En las etapas iniciales, la persona aún podría tener la lucidez necesaria para comprender y tomar decisiones legales. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, esta capacidad se deteriora.
- Evaluación médica: En muchos casos, es recomendable que un médico o un especialista en neurología evalúe a la persona para determinar si está en condiciones de entender lo que implica firmar un poder. Esta evaluación puede ser crucial para asegurar la validez del documento y evitar futuras impugnaciones.
- Intervención notarial: El notario juega un papel fundamental en este proceso. Antes de autorizar la firma de un poder, el notario debe cerciorarse de que la persona tiene capacidad suficiente para hacerlo. Si el notario tiene dudas sobre la capacidad del otorgante, puede solicitar un informe médico que confirme la capacidad del mismo.
Consecuencias de una firma sin capacidad
Si una persona firma un poder sin tener la capacidad mental adecuada, el documento podría ser declarado nulo si se impugna judicialmente. Esto podría traer complicaciones legales para los familiares o terceros involucrados, especialmente si el poder se utilizó para realizar actos importantes, como la gestión de bienes o la toma de decisiones médicas.
Recomendaciones
- Actuar con anticipación: Es recomendable que, ante un diagnóstico de Alzheimer, se consideren opciones como el otorgamiento de poderes preventivos mientras la persona aún tiene plena capacidad.
- Consulta legal y médica: Es fundamental asesorarse tanto con un abogado especializado como con un médico para determinar el momento más adecuado para firmar un poder. Esto asegurará que la persona que está firmando lo haga con plena capacidad y que el documento sea válido y legalmente efectivo.
- Poderes preventivos: En España, una opción recomendable es otorgar un «poder preventivo«. Este tipo de poder se firma mientras la persona todavía tiene plena capacidad y solo entra en vigor cuando la persona pierde dicha capacidad. De esta manera, se garantiza que, si en el futuro la persona ya no está en condiciones de tomar decisiones, el apoderado designado podrá actuar en su nombre con total seguridad jurídica.
El papel del notario
El notario es una figura clave en todo este proceso. Además de verificar la identidad y capacidad del otorgante, el notario debe asegurarse de que este comprende perfectamente el alcance del poder que está firmando. Si existen dudas sobre la capacidad del otorgante, el notario tiene el deber de actuar con precaución, pudiendo:
Solicitar un informe médico: Si el notario considera que el otorgante podría no estar en plena capacidad, puede exigir un informe médico que certifique que la persona es capaz de otorgar el poder.
Negarse a autorizar la firma: En casos donde el notario determine que la persona no tiene la capacidad necesaria, puede negarse a autorizar la firma del poder notarial, protegiendo así los intereses del otorgante y de terceros.
Casos judiciales y nulidad del poder
Es importante tener en cuenta que, si una persona con Alzheimer que no tiene la capacidad suficiente otorga un poder, alguien podría impugnar dicho poder ante los tribunales. Esto podría ocurrir si, por ejemplo, algún familiar o tercero cuestiona la validez del poder, alegando que la persona no comprendía lo que estaba firmando. Si se demuestra que la persona no tenía capacidad, un juez podría declarar nulo el poder e invalidar todos los actos realizados bajo dicho poder.
Por consiguiente, una persona con Alzheimer puede firmar un poder, pero solo si tiene la capacidad mental suficiente para entender el acto en el momento de la firma. Dado que el Alzheimer es una enfermedad progresiva, es crucial actuar con anticipación y contar con asesoramiento tanto legal como médico. El notario tiene la responsabilidad de verificar la capacidad del otorgante y, en caso de duda, puede requerir un informe médico o incluso negarse a autorizar la firma. Estos pasos son esenciales para asegurar que el poder sea válido y evitar posibles conflictos legales en el futuro.
¿ Qué es el Alzheimer?
El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta al cerebro, siendo la causa más común de demencia en personas mayores. Esta condición interfiere con la memoria, el pensamiento y el comportamiento, dificultando la realización de actividades cotidianas. Aunque su origen exacto no se comprende del todo, se sabe que se relaciona con la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos de proteína tau en el cerebro, lo que provoca daño en las conexiones neuronales y, eventualmente, la muerte de las células cerebrales.
Los síntomas iniciales suelen incluir olvidos frecuentes, dificultad para recordar nombres o palabras, y problemas para planificar o resolver tareas simples. A medida que avanza, el Alzheimer afecta habilidades más complejas, como la comunicación, el juicio y el reconocimiento de rostros familiares. En etapas avanzadas, las personas pueden perder la capacidad de realizar funciones básicas, como comer o caminar.
Aunque no tiene cura, los tratamientos disponibles buscan ralentizar el progreso de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familias. La prevención puede incluir hábitos saludables como una dieta equilibrada, ejercicio regular y actividades que estimulen la mente, que podrían reducir el riesgo de desarrollar esta devastadora condición.
Otras enfermedades mentales
Existen diversas enfermedades mentales que pueden ser incapacitantes, afectando significativamente la calidad de vida de quienes las padecen. A continuación, se explican algunas de las más comunes:
1. Esquizofrenia
La esquizofrenia es un trastorno mental grave que altera la percepción de la realidad. Las personas que la padecen pueden experimentar alucinaciones (como oír voces que no existen), delirios (creencias falsas), y desorganización del pensamiento. Estos síntomas afectan la capacidad de trabajar, mantener relaciones sociales y realizar tareas diarias. Si no se trata, puede llevar a un aislamiento extremo y una dependencia total de cuidadores.
2. Trastorno bipolar
El trastorno bipolar se caracteriza por cambios extremos en el estado de ánimo, que oscilan entre episodios de manía (euforia excesiva, energía desbordante) y depresión severa (tristeza, falta de energía y desesperanza). Estos altibajos pueden dificultar la estabilidad laboral, social y emocional. En casos graves, el trastorno puede provocar un deterioro significativo en el funcionamiento diario.
3. Depresión mayor
La depresión mayor va más allá de una tristeza pasajera. Las personas con este trastorno experimentan una pérdida de interés en casi todas las actividades, fatiga extrema, problemas de sueño y pensamientos recurrentes de muerte o suicidio. En sus formas más severas, puede ser completamente incapacitante, limitando la capacidad de trabajar o cuidar de uno mismo.
4. Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
El TOC implica pensamientos intrusivos y recurrentes (obsesiones) y comportamientos repetitivos (compulsiones) que buscan aliviar la ansiedad. En casos graves, estos rituales pueden consumir horas cada día, dificultando las actividades cotidianas, las relaciones y el trabajo.
5. Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
El TEPT surge tras haber vivido o presenciado eventos traumáticos. Los síntomas incluyen recuerdos intrusivos, pesadillas, hipervigilancia y evitación de lugares o situaciones que recuerden el trauma. En casos severos, puede impedir que la persona lleve una vida normal debido al impacto constante en su bienestar emocional.
6. Trastornos de ansiedad generalizada (TAG)
La ansiedad generalizada se caracteriza por preocupaciones constantes y excesivas, acompañadas de síntomas físicos como tensión muscular, fatiga y dificultad para concentrarse. Cuando los niveles de ansiedad son extremos, pueden incapacitar a la persona al interferir con su capacidad para trabajar, estudiar o mantener relaciones sociales.
7. Trastornos del espectro autista (TEA)
En su forma más severa, el TEA puede incluir déficits significativos en la comunicación, habilidades sociales y comportamientos repetitivos que dificultan la vida autónoma. Algunas personas con TEA necesitan soporte continuo para desenvolverse en la vida diaria.
Tratamiento y soporte
Muchas de estas enfermedades pueden gestionarse con una combinación de tratamientos, como terapia psicológica, medicación y apoyo social. Sin embargo, el estigma y la falta de acceso a recursos adecuados son barreras que dificultan la recuperación y la inclusión en la sociedad. Es crucial fomentar una comprensión más amplia de estas condiciones para promover el bienestar mental y la integración de quienes las padecen.
Preguntas frecuentes de Alzheimer y notarios
Se recomienda acudir al notario en cuanto se tenga un diagnóstico temprano de Alzheimer, antes de que la enfermedad avance y afecte la capacidad de la persona para tomar decisiones legales. Esto asegura que el paciente pueda expresar sus deseos de manera válida y legal, evitando problemas futuros en la gestión de su patrimonio.
Sí, es posible otorgar un testamento si una persona tiene Alzheimer, pero solo si conserva su capacidad de comprender y expresar sus deseos al momento de realizarlo. El notario evaluará esta capacidad antes de autorizar el documento, garantizando su validez y evitando futuras impugnaciones legales.
Los documentos notariales más relevantes para personas con Alzheimer incluyen el testamento, los poderes preventivos y las directrices anticipadas. Estos permiten delegar la gestión del patrimonio o especificar deseos en caso de que el paciente pierda su capacidad para decidir, ofreciendo seguridad legal tanto al paciente como a su familia.
Si una persona con Alzheimer no dejó documentos notariales antes de perder la capacidad cognitiva, será necesario recurrir a un procedimiento judicial para designar un tutor legal. Esto puede complicar la gestión del patrimonio y aumentar los costes, por lo que es fundamental actuar de forma preventiva mediante documentos notariales.
El notario desempeña un papel clave en la protección de los derechos legales de las personas con Alzheimer. Puede asesorar sobre cómo garantizar que los intereses del paciente estén protegidos mediante documentos como poderes notariales, testamentos o directrices anticipadas. Su intervención ayuda a formalizar decisiones mientras el paciente conserva su capacidad cognitiva.
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